Había salido de Cuba por la situación generada en la lucha independentista
Juana Cervantes Alcolea llegó en 1901 y procreó nueve hijos con José Marmolejos
PUERTO PLATA.- Los que se dicen descendientes directos del gran insigne de la literatura española don Miguel de Cervantes y Saavedra, están enraizados en Puerto Plata desde los comienzos del siglo XX cuando una joven emparentada con el genio, llegó procedente de Cuba, a donde se había radicado su padre José Cervantes, a quien se atribuye una estrecha contigüidad familiar con el autor de El Quijote.
Ese don José, considerado un ramal de gran peso de la familia Cervantes y que había llegado a Cuba procedente de España a mediados del Siglo XIX, era un gran potentado, a juzgar por los testimonios atribuidos a su hija Juana Cervantes Alcolea, desde su llegada a Puerto Plata en 1901.
Ella contaba que su padre le decía que estaba emparentado por lazos sanguíneos muy estrechos, con Miguel de Cervantes y Saavedra, aunque nunca nadie hizo anotaciones acerca de cuáles eran específicamente esos lazos.
Pero además, que los Cervantes eran dueños de inmensas riquezas en España y llegó a mencionar una importante industria del vino, que afirmaba era en ese tiempo, el más importante del país ibérico, como pertenecientes a esa familia.
Pero tanto el padre de Juana como otros españoles radicados en la tierra de José Martí, fueron perseguidos y hostigados durante los momentos que siguieron las luchas libradas por los patriotas cubanos contra el dominio español en la isla.
Aunque Cuba había proclamado su independencia en 1868 durante el Grito de Yara en un movimiento encabezado por Carlos Manuel Céspedes, el poder español volvió a imponerse en la isla y fue necesario empuñar las armas en muchas otras ocasiones para luchar en contra de la Corona.
Una de esas guerras es llamada De Los Diez Años, en la que murió heroicamente en Dos Ríos, el gran apóstol de la libertad, José Martí.
Las razones por las que Juana vino a parar a Puerto Plata desde la misma ciudad de Dos Ríos donde se radicó su padre y donde ella nació, están relacionados con la inestabilidad que se vivía entonces en aquella tierra, sometida a los rigores de la posguerra.
Sintiéndose acosado, y buscando proteger a su retoño que para entonces se acercaba a los 20 años (aproximadamente la edad que tenía al llegar a Puerto Plata), el progenitor decidió sacarla de Cuba y en ese tiempo, el lugar más idóneo para establecerse, era la República Dominicana, específicamente la Novia del Atlántico, a donde se llegaba en barco con suma facilidad desde Cuba. En ese tiempo, un gran movimiento a través del espacio marítimo, unía a las dos repúblicas antillanas.
Aunque la llegada de Juana a la ciudad de Isabel de Torres, suponía una estadía provisional hasta que las condiciones se hicieran menos riesgosas para los españoles en la tierra de José Martí, ella no volvería a encontrarse nunca jamás ni con su padre ni con su madre que también quedó en Cuba y que se llamaba Cayetana Alcolea de Cervantes.
Se casó aquí
Al llegar a Puerto Plata la jovencita Juana Cervantes Alcolea, se aproximó a una familia cubana de apellido Miranda.
Esta familia mantenía lazos de amistad con varios puertoplateños, entre los cuales estaba el joven José Marmolejos, de procedencia rural.
Este conoció a la joven recién llegada y muy pronto entre ambos se dejo sentir un flirteo. Se enamoraron y se unieron maritalmente por esos mismos tiempos.
Ambos se radicaron en la comunidad de Juan de Nina, sección rural cercana a Puerto Plata.
Ese don José, considerado un ramal de gran peso de la familia Cervantes y que había llegado a Cuba procedente de España a mediados del Siglo XIX, era un gran potentado, a juzgar por los testimonios atribuidos a su hija Juana Cervantes Alcolea, desde su llegada a Puerto Plata en 1901.
Ella contaba que su padre le decía que estaba emparentado por lazos sanguíneos muy estrechos, con Miguel de Cervantes y Saavedra, aunque nunca nadie hizo anotaciones acerca de cuáles eran específicamente esos lazos.
Pero además, que los Cervantes eran dueños de inmensas riquezas en España y llegó a mencionar una importante industria del vino, que afirmaba era en ese tiempo, el más importante del país ibérico, como pertenecientes a esa familia.
Pero tanto el padre de Juana como otros españoles radicados en la tierra de José Martí, fueron perseguidos y hostigados durante los momentos que siguieron las luchas libradas por los patriotas cubanos contra el dominio español en la isla.
Aunque Cuba había proclamado su independencia en 1868 durante el Grito de Yara en un movimiento encabezado por Carlos Manuel Céspedes, el poder español volvió a imponerse en la isla y fue necesario empuñar las armas en muchas otras ocasiones para luchar en contra de la Corona.
Una de esas guerras es llamada De Los Diez Años, en la que murió heroicamente en Dos Ríos, el gran apóstol de la libertad, José Martí.
Las razones por las que Juana vino a parar a Puerto Plata desde la misma ciudad de Dos Ríos donde se radicó su padre y donde ella nació, están relacionados con la inestabilidad que se vivía entonces en aquella tierra, sometida a los rigores de la posguerra.
Sintiéndose acosado, y buscando proteger a su retoño que para entonces se acercaba a los 20 años (aproximadamente la edad que tenía al llegar a Puerto Plata), el progenitor decidió sacarla de Cuba y en ese tiempo, el lugar más idóneo para establecerse, era la República Dominicana, específicamente la Novia del Atlántico, a donde se llegaba en barco con suma facilidad desde Cuba. En ese tiempo, un gran movimiento a través del espacio marítimo, unía a las dos repúblicas antillanas.
Aunque la llegada de Juana a la ciudad de Isabel de Torres, suponía una estadía provisional hasta que las condiciones se hicieran menos riesgosas para los españoles en la tierra de José Martí, ella no volvería a encontrarse nunca jamás ni con su padre ni con su madre que también quedó en Cuba y que se llamaba Cayetana Alcolea de Cervantes.
Se casó aquí
Al llegar a Puerto Plata la jovencita Juana Cervantes Alcolea, se aproximó a una familia cubana de apellido Miranda.
Esta familia mantenía lazos de amistad con varios puertoplateños, entre los cuales estaba el joven José Marmolejos, de procedencia rural.
Este conoció a la joven recién llegada y muy pronto entre ambos se dejo sentir un flirteo. Se enamoraron y se unieron maritalmente por esos mismos tiempos.
Ambos se radicaron en la comunidad de Juan de Nina, sección rural cercana a Puerto Plata.